Eran las nueve en punto de
la mañana, Alfonso ya estaba preparado para volver hacer una visita a la
granjera, y así saber mas cosas.
–
Buenos días señora, que tal va el día?
–
Pues mal, como quiere que este si Miguel Ángel ha muerto. Lo conocía desde que
era un crio, yo misma le prometí que cuidaría siempre de él, tras la muerte de
sus padres. Y ahora de la noche a la mañana ya no está.
–
Sí, lo sé. Es muy difícil perder a alguien, y pensar que no lo vas a ver nunca
más. Yo lo sé mejor que nadie, y por eso te entiendo perfectamente.
–
Ya, pero es que todo es muy difícil… Yo creo que sin él, no podre seguir hacia
adelante.
–
No digas eso, vale? Mira, la vida no se acaba aquí. Ahora has cerrado un ciclo,
una etapa… Pero es hora de decir, basta! Y pensar que lo mejor está por llegar.
Piensa en los momentos felices, en los buenos momentos... Y quédate con lo
mejor de él. Piensa que ese niño que conociste, poco a poco ha ido haciéndose
menos niño. Y se ha ido dando cuenta de quien lo quería de verdad. Yo sé, que
esté donde esté, el estará muy orgulloso de ti.
–
Muchísimas gracias, por su ayuda. Me parece que por lo poco que lo conozco, ya
me atrevo a decir que usted tiene un corazón muy grande. De verdad, que
personas como usted, no se encuentran todos los días en este bosque.
–
Gracias a ti, por contarme todo lo que pasó en el orfanato y por ser tan amable
conmigo. Ah, y por favor, no me trate de usted.
–
Como quieras. Por cierto, cómo te
llamas? Que hemos hablado mucho y aun no lo sé.
–
Pues me llamo Alfonso, y bueno… es una larga historia de explicar, pero ahora
estoy viviendo en el viejo orfanato, con unos cuantos niños huérfanos y mi gran
ilusión en estos momentos sería volver a reabrirlo dentro de unos meses. Y tu
cómo te llamas?
–
Yo me llamo Carmen, pero todo el mundo me llama Carmiña. Soy gallega, pero
desde hace muchos años que me vine a vivir a aquí.
–
Pues ya sabes Carmiña, es un placer conocerte y sabes que si te sientes sola
aquí, puedes venirte cuando quieras al orfanato. Allí seremos como una gran
familia, y te olvidaras de todos los problemas. Y seguro que los niños, te van
a coger muchísimo cariño cuando te vean.
Carmiña no se lo pensó dos
veces, y puso rumbo hacía el orfanato. Ya era hora de cerrar las heridas del
pasado, pasar página y comenzar una nueva etapa.
Sonia y Roberto, no
aguantaban ni un minuto más encerrada en ese terrible lugar. Sonia estaba
dispuesta a contarle toda la verdad a Gerardo. Y a negociar con él, todo lo que
hiciese falta, con tal de salir de ahí.
–
A ver hermanita, me vas a contar ya de una vez por todas quien coño es Nicolás?
Si no me lo cuentas a la de ya, atente a las consecuencias… no eres ni la
primera, ni la ultima a la que he matado.
–
¿Me estas amenazando?, se que no vas a ser capaz de matarme.
–
Tienes 10 segundos para empezar a contarme todo… o sino ya sabes tu destino.
Aunque eso ya da igual, para el resto del mundo tu estas muerta y enterrada,
nadie te va a echar en falta si te mato.
–
Esta bien, te lo voy a contar, pero solo si me prometes que nos vas a dejar
salir de aquí, a mí y a mi marido.
–
De aquí no vais a poder salir, pero os puedo dar una buena noticia.
–
Porque no podemos salir? Nos van a matar o qué?
–
Aquí las preguntas las hago yo. No vais a salir de aquí, por que como te dicho
antes, para la gente, vosotros estáis muertos. Si ahora salierais de aquí, todo
se descubriría, yo iría a la cárcel y entonces todo se iría a la mierda...
–
A ver, es que no sé como contártelo… te acuerdas cuando me fui a estudiar a los
Estados Unidos? Pues bien, yo era pequeña, tendría unos 13 o 14 años y era la
primera vez que viajaba sola a un sitio. La primera semana, ya hice varios
amigos y todos me trataron muy bien allí. Una noche, salimos todos de fiesta,
para celebrar el aprobado. Y bueno, se nos fue un poco de las manos… yo me
emborraché, y terminé acostándome con Alexander, un compañero de clase. Al
final me quedé embarazada. Semanas antes de dar a luz, Alexander me mandó una
carta de despedida. Se iba a vivir a las afueras con su familia. Desde entonces
nunca más he vuelto a saber de él. Nicolás nació, y a las pocas horas lo
tuvieron que dar en adopción a una familia. Los médicos decían que una cría
como yo, no podía hacerse cargo de un bebé. Me lo quitaron de las manos, y lo
perdí. Volví a España, y años más tarde conocí a Roberto, nos casamos y tuvimos
a Carlos y Sandra.
–
Esta bien hermanita, así me gusta, que me hagas caso y cuando te diga una cosa
la cumplas. Pero… ¿Por qué no me lo querías contar?
–
Porque es mi hijo, y no quiero que le hagas daño, tú estás loco y sé que vas
hacer todo lo posible para encontrarlo y joderle la vida.
–
No le voy hacer daño, pero necesito encontrarlo.
–
Por que querías saber todo esto, y que quieres de nosotros?
–
Las últimas semanas, te estaba viendo rara, no eras la misma de siempre. Y
entonces, pensé que sabias lo mío, que sabías todo lo de ‘los hombres de
negro’. Semanas más tarde, mis hombres, secuestraron a Carlos y Sandra, para
que estos no dieran una carta que habían encontrado en el bosque, a la policía.
Eso ya fue la traca final, tú te derrumbaste al perder a los niños y yo no sabía
qué hacer, se me fue la cabeza y os secuestré a los dos. Os secuestré porque
sospechaba de vosotros, pensaba que sabíais todo lo que escondía. Y pensé que
me ibais a vender, para que la policía me detuviese. Para que nadie sospechara
nada, fingimos vuestra muerte, y hicimos un funeral. Tengo que decirte que en
realidad, Carlos y Sandra no están muertos, bueno, la verdad es que no se si
están muertos o vivos, pero te aseguro que ni yo, ni mis hombres, los hemos
matado. Se escaparon y ahora no sabemos donde están.
–
Pues sí que se te ha ido la cabeza, si… Como has podido fingir mi muerte, porque
te comportas de esta manera y quienes son todos esos niños que hay en las
fotos?
–
Mira, lo siento mucho Sonia, pero hay algo que no sabes. Y es que yo, no he
empezado esto. Esta organización la fundó nuestro abuelo en el año 1929, años
más tarde, allá por el año 1931 comenzó secuestrando a gente, a niños
aparentemente normales, pero que no lo eran. Cuando el abuelo murió, papá se
hizo cargo de esta organización. Y ahora que papá a muerto, yo soy el líder. Nunca
hemos querido hacer daño a nadie, pero una de las principales normas de nuestra
organización, era que quien intentase escapar, sería castigado con la muerte.
–
Por lo que veo en las fotos, hay hasta niños sangrando... se puede saber qué
clase de persona eres?
–
Sí, he cometido muchos errores y he matado a muchísimos niños. Pero todo tiene
una explicación… Algún día la sabrás. Todos esos niños, son niños huérfanos,
sin hogar, sin un sitio donde ir. Ellos nos ayudan, o más bien trabajan para
nosotros, y nosotros les damos de comer, les educamos…
–
Ya Gerardo, pero a lo mejor tu forma de educar y la mía no es la misma. Te
crees que dando guantazos y maltratando a los críos, los vas a educar? No,
Gerardo, vas muy mal. No sabes nada de la vida. Para educar a un niño, tienes
que tener mucha
paciencia, grandes dosis de buen humor, cariño y afecto.
Pero
claro, que vas a saber tú de cariño, si tu eso no lo conoces. Es que me
avergüenza ser tu hermana… en que te has convertido Gerardo? No te das cuenta,
la clase de persona que eres? Un maltratador, y no solo eso… un asesino.
Gerardo, parecía a ver
sacado su lado más tierno durante unos segundos y hasta pidió perdón por todo a
su hermana, pero minutos más tarde volvió el demonio que lleva dentro.
–
Basta ya! Encerrarla, no la quiero volver a oír mas. Y al imbécil de su marido
encerrarle también, pero en otra sala. Estoy harto ya! ‘El sótano de la muerte’
no ha hecho más que abrir sus puertas. Aquí los únicos chalados son ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario